A la Dehesa de la Villa puedo ir andando y por eso me gusta. Tambien hay demasiada gente y por eso me gusta un poco menos.
Esta vez me he pasado también por el parque Agustín Rodríguez Sahagún, que está cerca.
Al pasar por el parque de Rodríguez Sahagún me llamó la atención la cantidad de pájaros que había. No pensaba pararme allí y tardé un poco en darme cuenta de que estaban alrededor de un charco. El charco era pequeño, pero todos se acercaban a beber y algunos a darse un chapuzón, con el frío que hacía. Están locos estos pájaros.
Parece ser que las cotorras argentinas son omnipresentes.

Los siguientes fueron los estorninos, es como si hicieran turnos. Da la impresión de que un estornino bebe mientras los demás vigilan.

Y en esto apareció por allí un petirrojo, que como es un pájaro muy agradecido se puso muy cerca para que pudiera hacerle las fotos que quisiera.




Los demás pájaros seguían haciendo turno para beber en el charco. La paloma bravía

y el mirlo, que fue el valiente que se dio el baño

y la paloma torcaz, que seguro que también estaba allí para beber

Y esta vez la que apareció fue una mirla, por que como no es negra debe ser hembra, la que se posó en los arbustos que había al lado del camino. Los mirlos son tan agradecidos como los petirrojos, no se asustan de la gente.
Esta mirla se puso a comer unas bolitas azules que deben ser los frutos del arbusto. A ve si me entero de que clase de planta es.




Y todos estos pájaros en el mismo sitio y en muy poco tiempo.
Ya era hora de seguir hacia la Dehesa de la Villa. En esta época los almendros ya tienen flores y el paisaje es bonito.

Como siempre, me aparté de la ruta del colesterol para poder encontrar algún pájaro y encontré un pito ibérico rebuscando el almuerzo entre la hierba. Es un pito hembra por que tiene las manchas debajo del pico negras y no rojas.

Aunque me quedé lejos para no molestarle no me quitaba el ojo de encima, seguía comiendo pero me vigilaba. Este no es un pájaro confiado. Y claro, el susto se lo dio un perro que apareció correteando con su dueño detrás. La Dehesa de la Villa no deja de ser un entorno urbano.


La verdad es que en esta ocasión en la Dehesa de la Villa no vi muchas aves, menos mal que las flores de los almendros también son interesantes.



Ya de vuelta me pareció curioso un gorrión que llevaba hierba en el pico para el nido.

Y ya está. Menos mal que pasé por el parque de Rodríguez Sahagún, que si no me vuelvo a casa con el pito ibérico y unas flores.