A finales de 2023 nos pusimos de acuerdo Miguel Ángel, Nico y yo mismo para hacer una nueva visita a los Espacios Naturales del Delta del Llobregat. Hacía ya cinco meses que no coincidíamos los tres, por diversas razones. En esta ocasión los tres llevábamos cámara… y por alguna razón (seguramente que también diversa) ninguno de ellos ha compartido (todavía) sus capturas. A ver si esta entrada les anima a hacerlo…
Pero vamos ya con la crónica de la escapada:
Inicialmente quedamos en el parquing de Cal Tet con idea de aprovechar la visita y dar un paseo por los itinerarios de Ca l’Arana y Cal Tet. Nada más llegar, en el río Llobregat, justo frente al mirador de Cal Lluquer, nos encontramos una garza real (Ardea cinerea) posándose en el río:


Una vez se posó en el lecho pudimos comprobar que el río era en realidad una fina película de agua circulando por el cauce. La situación de sequía mantiene el caudal en lo imprescindible.
Un poco más allá se observaba un pequeño grupo de flamencos (Phoenicopterus roseus) y algunas gaviotas (patiamarillas jóvenes y reidoras):

En esa zona del río también se confirma la circulación superficial de muy poca agua.
Mientras fotografiábamos a los flamencos, una hembrita de colirrojo tizón (Phoenicurus ochruros) se posó a nuestro lado. Sorprendentemente estuvo a nuestro lado unos instantes generosos, tipo petirrojo, lo que nos permitió hacerle algunas fotos:


Mientras nos entreteníamos con la pajarilla, empezó a llegar al río una bandada de cormoranes (Phalacrocorax carbo):

Enseguida, más de medio centenar de cormoranes fueron tomando las aguas…

… ante la ajena mirada de una pareja de ánades azulones (Anas platyrhynchos):

Al llegar al final de la pista que conduce a la desembocadura vemos, al otro lado del río, el posadero de aves con algún cormorán jovencito (con la pancha blanca) y sobre las rocas de la orilla otra buena colección de más de medio centenar de individuos tomando el sol:


Desde el mirador de la desembocadura pudimos apreciar el fenómeno del «mar entrando en el río». Normalmente el caudal del río empuja la masa de agua del mar en la intersección entre ambos. Sin embargo, las olas del mar rompían contra el río al encontrar el banco de arena del lecho. Se podía apreciar como la corriente del río descendía y como las olas del mar rompían al subir contra ella:

De camino hacia el mirador del Aiguait de Cal Tet nos cruzamos con otro pajarillo de difícil clasificación. Todos estos passeriformes tienen el mismo aspecto. Yo apostaría por que era un cistícola buitrón (Cisticola juncidis), aunque no pongo la mano en el fuego. Para juzgar:

Una vez en el mirador nos encontramos con un espectáculo bastante pobre: Un grupo de aletargados cercetas (Anas crecca) y al fondo unos cormoranes que huyen de las aglomeraciones:


Nuestra visita a este primer hide es breve. Nada de movimiento ni interacción entre los bichos. Así que dirigimos nuestros pasos al mirador del Aiguait del Sabogal. Allí, pues más de lo mismo: Unos zampullines (Tachybaptus ruficollis) pacíficos y bien avenidos (hoy que queríamos algo de acción) y un par de garzas reales (Ardea cinerea) contemplativas:


La visita al segundo hide es, si se puede, más breve aún que la primera… así que nos dirigimos hacia la salida pasando por la pista que rodea la pradera que limita con el Camí de la Marina. Dicha pradera habitualmente está llena de caballos, ánsares, cigüeñuelas, etc… Pero en esta ocasión sólo una urraca (Pica pica) nos ofreció la única posibilidad de retratar a alguien:

Llegamos al mirador de Cal Lluquer y cuando estábamos a punto de abandonarlo vemos que, a lo lejos (como siempre), algo de color marrón acaba de posarse. Se trata de un ave rapaz. No parece un águila pescadora (en el punto de información a la entrada del parque estaba anunciada la presencia de un bicho de estos). Más bien yo apostaría por un aguilucho lagunero occidental (Circus aeruginosus), aunque con las rapaces me pasa lo mismo que con los passeriformes: los confundo a todos. En cualquier caso, tirando de zoom digital (yo creo que estaba a unos 70m) la pillamos y además estaba comiendo alguna cosa:

El camino de regreso da pocas posibilidades de hacer fotos. Vas encerrado entre altos cañizales que no permiten prácticamente ver nada a ambos lados. Por suerte, a través de un escaso claro del margen derecho del camino vimos un magnífico ejemplar de tarro canelo (Tadorna ferruginea), que fue cambiando de postura lentamente para que lo pudiéramos inmortalizar desde varias perspectivas:


Y así llegamos a la salida, no sin antes inmortalizar a un carbonero (Parus major) esquivo que medio se camufló entre las ramas:

Como la salida pajarera nos parecía muy sosa y aún quedaba mañana, decidimos coger los coches y encaminarnos hacia El Remolar y La Maresma de les Filipines.
En primer lugar visitamos el observatorio del Aiguait de la Maresma. En el islote central vimos un grupo de ánsares (Anser anser), avefrías (Vanellus vanellus), tarros blancos (Tadorna tadorna) y cormoranes (Phalacrocorax carbo) conviviendo en armonía:

También había unos flamencos (Phoenicopterus roseus) en la distancia (yo creo que son los tres ejemplares de siempre) y una cuchara común (Spatula clypeata) hembra dando vueltas por el estanque:


En el lateral izquierdo del hide, con el sol casi de frente, un grupo de fochas (Fulica atra) y de gallinetas (Gallinula chloropus) jóvenes pastaban a sus anchas:

Pero el grueso de la actividad en el estanque esta vez recaía en los ánsares (Anser anser), que estaban especialmente revueltos. Aquí vemos uno sacando pecho y pavoneándose entre sus congéneres:

Desde el norte llegó un grupo volando y amerizando de manera estrepitosa, poniendo en alerta a los residentes:



Una vez reorganizados en el agua, se acercaron a la orilla con intenciones invasoras:


Pero no era la primera vez que alguien intentaba hacerse con ese rinconcito tan resguardado, así que había que defenderlo y repeler la agresión:







En vista del fracaso, el grupo invasor se reorganiza y poco a poco van aproximándose al islote central, el islote de la concordia:


En este islote de escasos recursos, a nadie parece importarle que lleguen nuevos habitantes… realmente todos están de paso.
Pero no todos los ánsares estaban en pie de guerra. En el lateral derecho de la caseta un pequeño grupo pacífico se dejó fotografiar de cerca:

Abandonamos este mirador para dirigirnos al observatorio de la Bassa dels Pollancres. En esta ruta es habitual encontrarnos con nuestro fiel amigo el petirrojo (Erithacus rubecula), que yo creo que anda al acecho porque algún que otro visitante debe de darle alguna migaja del bocata:
Una vez en el observatorio de la Bassa dels Pollancres comprobamos que en el lateral izquierdo hay un grupo de plantas cañizas con agua relativamente estancada que crean una especie de incubadora de mosquitos. Allí, un grupo de mosquiteros (Phylloscopus collybita) viene a desayunar cuando la caza al aire libre se le pone difícil. Pudimos fotografiarlos, aunque pillar uno con el mosquito en el pico (que lo intentamos) fue imposible. Las tomas, de mosquiteros al acecho…



A este lado de la Maresma los ánimos de los ánsares estaba igual de revueltos. El encuentro de dos grupos de estas aves:


Acabó en trifulca, picotazos y huida de nuevo de los agresores:


En aguas más cercanas, un zampullín cuellinegro (Podiceps nigricollis) hacía lo propio: se miraba en el espejo del agua, y se zambullía una y otra vez:

Aparentemente es un ejemplar inmaduro. Estaría muy bien poderlo ver de adulto en estas aguas. Creo que no he visto nunca un ejemplar de esta familia.
Otras zambullidas:


Así estuvimos entretenidos hasta que, poco antes de marchar… hizo presencia… El martín pescador (Alcedo atthis) !!!!!!!
Allí, en una rama… como quien no quiere la cosa:

Y hasta aquí la crónica de otra salida pajarera.
Acceso a la galería donde siempre hay alguna fotillo más…